
El objetivo del obispo Cázares, de traer niñas de todo el obispado para que se formaran en el Asilo era que, una vez formadas, se reintegraran a sus poblados siendo allí propagadoras de la religión y de las letras; del mismo modo, otras de estas jóvenes se integraran a la naciente Congregación, viviendo en común y dedicándose al servicio de nuestro Señor Jesucristo en la persona de los niños, especialmente de los pobres, impartiéndoles gratuitamente el pan de la doctrina cristina y de las letras, o atendiendo a los enfermos.
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