Siempre en busca de la enseñanza que motive al alumno a desarrollar sus habilidades, en la materia de para escolares se les propuso hacer un ajedrez de plastilina (blanco y negro) cada alumno de primer semestre y de tercer semestre, todo esto con la finalidad de impulsar su creatividad que han demostrado en otras muy diversas actividades; posteriormente se les enseño por parte de su servidora el movimiento adecuado de cada pieza y las reglas a seguir para el juego, pero se preguntarán ¿Todo esto para qué?
El ajedrez tiene profundas implicaciones didácticas, sobre todo en los jóvenes con los que estoy trabajando de entre 14 y 20 años, es donde su cuerpo y mente están en pleno desarrollo.
Está científicamente demostrado que el ajedrez ayuda a fortalecer la memoria, a combatir la indecisión y la timidez, a desarrollar el pensamiento abstracto, a fortalecer la intuición y la fuerza de voluntad, a mejorar la concentración, a estimular la creatividad y la fantasía, a incentivar el espíritu de lucha y la agilidad mental, a pensar de forma armónica, ordenada, estratégica y precisa.
Por otro lado, se busco impulsar la unidad entre los dos grupos e inculcar los valores de: Respeto, Responsabilidad, Cumplir normas, Cortesía, Aprender a ganar o perder, Humildad, Perseverancia, Disciplina, Tenacidad, Paciencia, Autocontrol, Tolerancia, Amistad y Sociabilizar.
En mi humilde opinión, considero al ajedrez un ejercicio mental que ayuda en la vida cotidiana de cada persona, ya que el crear estrategias, tomar decisiones, pensar y razonar en la partidas que se te pueden presentar, desarrollar habilidades cognitivas y enriquece el espíritu.
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